Laura Noemi Eikilis desde Argentina
Les escribo desde Buenos Aires justo en el mismo momento en que las hojas están despoblando los árboles. Google-fotos me recuerda que hace dos años yo estaba a punto de viajar una vez más a Galicia.
Yo soy argentina, psicóloga social, y el amor por un hombre me llevó a estudiar gallego. La Xunta de Galicia hizo posible mi aprendizaje gracias a los diferentes cursos de la lengua dictados en instituciones de esta ciudad: Colegio Santiago Apóstol, Universidad de Belgrano, etc.
Mi vida transcurre en una ciudad cosmopolita, llena de actividades, de cines, teatros, museos, cafeterías y restaurantes.
Las vueltas de la vida…
Para mí la felicidad consiste en viajar a casa, a Maside.
Es una sensación rara cada vez que atravieso el portón de la casa; mi imaginación me transporta a otra época. Recuerdo lo tantas veces escuchado: el sabor de los mantecados y de los melindres de la niñez, las filloas de porco para nadal, los higos que se recogían, o las uvas pisadas para hacer el vino (aún se conservan los toneles).
Me invade una ternura infinita…
Galicia es para mí la delicia de vivir y una necesidad constante de volver a las raíces, al vientre de la tierra madre; es el bálsamo de los emigrados.
El paso obligado de todos mis viajes es siempre Carballiño; caminar por las orillas del Río Arenteiro y comprar cañas en “Cerviño”. Y cuando ya comienza a bajar el sol, los encuentros con amigos, os de sempre.
Quiero volver al Monasterio de Oseira, a comprar pan en Cea y a almorzar en Lalín, e ir a Ribadavía, un sitio ideal para ver las antiguas juderías y tomar un vino en una cunca con unos pinchos.
Los veranos son hermosos en Galicia, los días son largos y cada día hay una fiesta en otro pueblo. Siempre hay un pretexto para viajar: la “Fiesta del Pulpo”, la “Fiesta de San Vitorio”, la “Fiesta del Caballo”, la “Fiesta de la Historia”, etc.
Siempre me falta tiempo para recorrer a fondo: Ourense, A Coruña, Vigo y Pontevedra. Y nunca dejo de ir a Viveiro a ver a nuestro amigo Andrés.
Galicia es gastronomía: es pulpo, es queimada, chourizos, empanada gallega, quesos, pimientos de Padrón, tarta de Santiago y vino del Ribeiro.
Las despedidas son siempre tristes. Recuerdo que la última noche no pude dormir; desde la azotea del Hotel Arenteiro veía la iglesia de la Veracruz iluminada, y quería detener el tiempo en ese instante mágico.
En estos meses de pandemia, a muchos kilómetros de Galicia, muy cerca del obelisco de Buenos Aires, la ciudad que enamoró a Federico Garcia Lorca, Alfonso R. Castelao, Eduardo Blanco Amor, Maruja Mallo; yo estudio online en la universidad de Santiago de Compostela “Cultura Galega e Emigración” y sueño con mi próximo viaje como una peregrina más que solo desea llegar y besar al Santo.