Verano 1947-Los hermanos Magariños se ahogan en el rio Arenteiro

Juan Lois Mosquera


Continuando con la trayectoria emprendida de ir rememorando acontecimientos históricos, situaciones de cierta relevancia y anécdotas curiosas ocurridas en el entorno de la década 1945-1955, por sugerencia del Director de Badal Novas, Manuel Amil Otero, vamos dedicar nuestro comentario de esta quincena al trágico accidente que se produjo en el rio Arenteiro durante el verano de 1947 y que costó la vida a dos de los cinco hermanos  de la familia Magariños.

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Según nos indica Miguel Anxo Fernández en su magnífico libro, “ Vellas Historias Vellas Fotografías  -1870-1970- “, bajo el epígrafe, “O Arenteiro deixa de ser navegable.”, el suceso tuvo lugar: “O 26 de xuño de 1947, unha traxedia sacudíu a vila. Cando estaban a disfrutar dun paseo nunha daquelas barquiñas que había no Arenteiro, nun tramo que comenzaba algúns metros máis alá da ponte de Toscaña, rio abaixo, afogaron os irmáns Antonio e Juan R. Magariños……. Aquela foi unha das xornadas de loito que máis pegada deixaron nos vecinos do Carballiño e as autoridades procederon a clausura-lo  embarcadeiro “.

Para situarnos un poco políticamente en aquel 26 de junio de 1947, jueves, me parece oportuno reflejar algunas noticias que ocupaban la portada y páginas interiores del periódico, La Región: “ María Eva  Duarte de Perón, está de visita por España” , “se va celebrar un referéndum el 6 de julio 1947, para proponer que España quede constituida como Reino” ( los Gobernadores Civiles y los Obispos, emiten proclamas en apoyo de Franco),   “el sábado 28-6-1947, van torear en la Plaza de Toros de La Coruña, nada menos que los diestros, Domingo Ortega, Juan Belmonte y Pepín Martin Vázquez “ y para el domingo 29-6-1947 se anuncia el  “ II Trofeo Teresa Herrera que disputarán el Vasco da Gama ( Campeón de Brasil ) y el Athlético de Bilbao ( 18 veces campeón de la Copa )-

En la versión digital de la Región, consultada en la Biblioteca Pública de Ourense, no encontré información alguna sobre el trágico accidente  acaecido en nuestro pueblo…

Aquel 26 de junio, jueves, debió de ser un día caluroso, pues algunos de los datos obtenidos  sobre lo ocurrido me los han facilitado  personas que,  en aquella época, siendo adolescentes, estaban jugando en nuestro Parque Municipal. Todavía, hasta hace pocos años, el Parque era el lugar preferido por la mayoría de nuestros niños y jóvenes para su esparcimiento…

La reconstrucción de los hechos, en función de los testimonios que obran en nuestro poder, podría ser la siguiente:

 Sobre media tarde Juan R. Magariños de, aproximadamente, 14 años, alquila una barca en el establecimiento, “Playa- Bar”, situado a la orilla del rio Arenteiro (se conserva la primitiva estructura, véase foto adjunta)  e invita a dos niños  menores que él  (sobre 10 años y, quizás, hijos de Guardias Civiles) a subir a la misma para que le acompañen en su paseo. Los tres jóvenes en la barca, entonces, inician  su paseo rio abajo,  a favor de la ligera corriente.

Según el testimonio de Mary Carmen Enríquez Paradela, testigo presencial de los hechos que ocurrieron poco tiempo después del naufragio, recuerda que estos niños, sobrevivientes y que no sabían nadar, explican que un momento dado, Antonio  R. Magariños (16 años, aproximadamente), desde tierra, se acerca a la barca y le pide dinero a su hermano Juan, pues desea invitar a su novia al cine. Suponemos que para asistir a una sesión en el Pabellón Neira, prácticamente, al lado de su casa, (la Librería Magariños), pues el nuevo cine Alameda  se inauguraría en 1948.

Continuando apoyándonos en la información que facilitan los niños sobrevivientes, la versión, quizás, más fidedigna de lo que pudo suceder en esos segundos tan trágicos podría exponerse de esta manera:

 Juan  suelta  los remos y se acercó al borde de la barca para entregarle el dinero a su hermano Antonio….Simultáneamente,  Antonio, desde tierra trata de entrar en la barca para recoger el dinero. Al coincidir el peso de ambos hermanos en el borde de la barca  más próximo a tierra, probablemente, la embarcación volcase y, además, debió golpear, con fuerza,  sus cabezas, dejándolos inconscientes y rápidamente se ahogaron.

En el “imaginario popular” de aquellos años, siempre quedó esa sentencia “Se salvaron los que no sabían nadar y se ahogaron los que si sabían nadar”.

Antonio y Juan,  estaban internos en el Colegio Apóstol Santiago de Vigo (Los Jesuitas) y, prácticamente, en aquel 26 de junio de 1947, estaban iniciando sus vacaciones de verano…. Luis Enríquez Paradela, fue el que, al día siguiente, informó, telefónicamente, al Colegio de Los Jesuitas de que aquellos alumnos se habían ahogado en el rio Arenteiro. En el Centro, parece ser, que sus profesores se extrañaron de que se hubieran ahogado  con esas edades (16 y 14 años,), pues debían de saber nadar, dado que la natación figuraba como actividad deportiva que se desarrollaba fuera del horario escolar. (de Juan se decía que quería ser sacerdote).

Los cuerpos de los jóvenes   fueron depositados en uno de los prados que lindaba con la margen izquierda del rio, ya que no existía la actual Avenida del Arenteiro.  La zona donde se produjo el accidente, más o menos, podría situarse entre la Playa-Bar (donde embarcó Juan con otros dos niños) y la Fuente del Parque. (Véase foto adjunta). Para, desde esta fuente, acceder al lugar del siniestro,-(reiteramos en 1947, todavía, no se había construido la Avda. del Arenteiro) era necesario pasar por unas fincas y prados particulares.

Uno de los testigos oculares de esos momentos inmediatos a la colocación de los jóvenes  en el prado es  Enrique Ferradás (destacado jugador de futbol, nacido en Dacón). El cual nos comenta, por supuesto desde su subjetividad, haber apreciado tenues signos de vida (quizás, mínimas convulsiones) en los cuerpos allí depositados y   tan próximos a su vista… Curiosamente, esta suposición que nos ha manifestado Ferradás, en alguna medida concuerda, volviendo al “imaginario popular “, y con todas las cautelas éticas y jurídica,  con lo que se comentó en aquellos días, de que el Cabo de los Municipales, Don Emilio, impidió, quizás, precipitadamente,  que  se hubiese intentado realizar cualquier   tipo de reanimación a los cuerpos allí depositados…

La noticia del trágico accidente,- “se ahogaron varios jóvenes en el rio, que iban en una barca, cerca de la fuente del Parque”  -corrió como la pólvora por todo el pueblo. Recodemos que en esa tarde calurosa del  26 de junio, jueves, en nuestro Parque estaban jugando muchos jóvenes, adolescentes y niños… Por ello, un gentío enorme de carballineses, se puso en marcha, corriendo hacia el Parque y al rio, con la angustia y el desconocimiento de buscar y localizar a sus hijos, para cerciorarse, en persona, de que los suyos, realmente, estaban vivos y no se habían ahogado…

Cuando los rumores en el pueblo sobre el accidente comenzaban ya a anunciar que algunos de los ahogados podrían ser los hermanos Magariños, los que, en aquellos momentos, nos encontrábamos en el entorno del Bar Peñasco, recordamos con nitidez, como Doña Amparo, su madre, salía al balcón con los lógicos y naturales gestos y gritos de dolor por las noticias que le iban llegando desde la calle.

La familia Magariños (D. Antonio, Doña Amparo, con sus cinco hijos, María Teresa, Antonio, Juan, Pepe y Felisa), de una profunda formación católica, tenían una Librería situada donde, actualmente, es la entrada a unas Galerías Comerciales, El bajo de la Librería y el primer piso de la vivienda donde habitaban,  disponía de unos estrechos y cortos  soportales, incluido un pequeño banco de piedra bajo los mismos… En esa Librería, los niños de aquellos años, además de adquirir  los objetos propios de la misma (libros, lápices, cuadernos, gomas de borrar, tinteros, etcétera) también, comprábamos allí los cuentos de Roberto Alcázar y Pedrín, El Guerrero del Antifaz y Hazañas Bélicas

En poco tiempo, el lugar de la tragedia en el Parque era ya  un hervidero de gente y hasta allí  habían llegado, entre otras personas relevantes, el párroco  Don Evaristo Vaamonde Da Cortiña, (enfundado en su clásica capa), concejales, mandos de la Guardia Civil, etcétera.

Pasado los primeros minutos con los cuerpos yacentes en el prado, estos- los cuerpos- , fueron cubiertos con una manta. La manta, según cábalas de algún testigo, pudo facilitarla bien el dueño del Playa- Bar (donde habían alquilado la barca) o personal de la Guardia Civil, pues como recordaran muchos carballineses, en 1947, el Cuartel estaba donde hoy radican los Juzgados. (Relativamente cerca del lugar del trágico accidente)

En un momento determinado, llega al prado donde reposan los jóvenes ahogados, Don Antonio Magariños. La Guardia Civil  le muestra la manta bajo la cual yacen y le solicitan que los reconozca. El padre, D. Antonio, levanta la manta y según escucha Mary Carmen Enríquez Paradela, a la vista de todos,  con dolor, entereza y un tono de voz alto para que se le oyera, dice.

  • Dios me los dio, y Dios me los quitó-

Música sugerida: Gorecki: Sinfonía  No. 3-  Las lamentaciones (Sub. en castellano)

Nota. Si alguno de los lectores de BadalNovas, conoce otros detalles que considerase  importantes para complementar o   corregir  este relato, les agradeceríamos nos los facilitase.

Seria curioso que,  por casualidad, todavía viviesen (tendrían entorno a los 85-90 años) alguno de los niños que se salvaron o la novia a  la cual Antonio  tenía pensado invitarla al cine en el Pabellos Neira. Recibiríamos sus noticias con gratitud y menuda sorpresa Juan Lois Mosquera

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