Sequía y agua de boca

Pablo Álvarez Guillén é Enxeñeiro Agrónomo pola Universidade Politécnica de Madrid.

Teniendo en cuenta que el recurso agua va camino de convertirse en un factor limitante en nuestra comunidad autónoma, y su correcta gestión y aprovechamiento se ve como un elemento clave para conseguir el bienestar social, mi objetivo con este artículo es centrar los aspectos esenciales que permitan el debate y la discusión sobre la gestión sostenible del agua de boca.

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Según los datos recogidos por Augas de Galicia, desde 1940, en nuestra comunidad ha habido 13 episodios de sequía, cinco de carácter moderado y ocho severos. Desde el año 2005 Galicia ha sufrido cuatro períodos de sequía, siendo los más intensos de la historia los dos últimos ocurridos en 2012 y en 2017. Los periodos de sequía han aumentado tanto en número como en su duración.

En lo que va del 2022, la precipitación media en Galicia se sitúa en 653 litros por metro cuadrado, frente a los 1.147 del pasado 2021, lo que supone 594 litros por metro cuadrado menos. Es decir, hubo un 40 % menos de precipitaciones que durante el mismo periodo del año anterior. Según la Confederación Hidrográfica del Miño-Sil (CHMS) estos datos demuestran que el actual es el año más seco desde 1980. Todo parece indicar que Galicia se encamina hacia la quinta gran sequía del siglo XXI.

Las predicciones meteorológicas se suelen hacer con 15 días de anticipación e incluso se pueden adelantar algunos acontecimientos climatológicos con un mes de adelanto. Aun así, pronosticar una sequía con un mes de anticipación es como predecir la caída de un meteorito gigante con una hora de anticipación. No evita los daños, y en el caso de sequías prolongadas, no evita la catástrofe.

Los efectos del cambio climático pusieron de manifiesto la existencia de situaciones en las que la garantía del abastecimiento puede llegar a estar comprometida, tanto en su cantidad como en su calidad, por lo que resulta imprescindible planificar obras e infraestructuras hidráulicas para garantizar el suministro de agua en episodios de sequía.

En nuestra comunidad los sistemas de captación y almacenamiento de agua están diseñados para condiciones meteorológicas de precipitaciones uniformes, son pequeños y funcionan prácticamente “en continuo” (se supone que la regularidad de las lluvias garantiza una capacidad de abastecimiento permanente), por lo que les resulta difícil mantener recursos de agua suficientes para un período seco largo.

En este sentido, los grupos políticos que forman parte de la corporación municipal de O Carballiño, en la sesión plenaria del pasado mes de julio, acordaron, por unanimidad, dotar a la villa de un segundo depósito de agua para evitar posibles problemas de abastecimiento en episodios de sequía

Aumentar la capacidad de almacenamiento que duda cabe, es una buena medida, pero quizás antes cabría cuestionar la suficiencia de la captación recursos hídricos existente para afrontar situaciones como la que actualmente padecemos. A este respecto cabría recordar que la CHMS señala que el nivel actual del río Arenteiro no llega a los 10 centímetros de altura y su caudal es de 0,06 metros cúbicos por segundo, lo que lo sitúa en el extremo más inferior de la escala de caudales, es decir, “muy bajo” (de color marrón en la imagen).

Este hecho es especialmente relevante cuando se está planteando llevar a cabo un crecimiento urbanístico de gran envergadura, como es una Ampliación del Polígono Industrial, cuya superficie supera con creces la de un centenar de campos de fútbol juntos.

Por otra parte, según han señalado los responsables de Augas de Galicia, solo 31 ayuntamientos de los 313 de Galicia, tienen cuantificadas las pérdidas por fugas en la red de abastecimiento y la media de éstas se sitúa en el 41%, más del doble de lo que establece la legislación vigente desde 2020, según la cual las pérdidas en red no deberán superar el 20% (Ley 9/2019 de medidas de garantía del abastecimiento en episodios de sequía).

Durante los últimos años el concello de O Carballiño ha venido llevando a cabo la progresiva sustitución de una buena parte de las antiguas tuberías de fibrocemento por otras nuevas de otros materiales. No obstante, dada la trascendencia de esta cuestión, se debería proceder sin demora a intensificar estas actuaciones poniendo los medios necesarios para cuantificar las pérdidas por fugas, conocer con exactitud dónde éstas tienen lugar, y definir cuáles son las obras que se considera necesarias para reducirlas. En este sentido, conviene destacar la ejemplaridad del ayuntamiento de Pontevedra que en unos cuantos años consiguió que las pérdidas en su red de abastecimiento se sitúen por debajo del 9%.

No me resisto a terminar este artículo sin dejar de subrayar el trascendental papel de las Administraciones públicas en su función divulgativa y ejemplarizante para alcanzar una gestión sostenible del agua de boca. En lo que se refiere a su función divulgativa, no cabe duda que su continuada presencia en los medios de comunicación ha dado lugar a que el conjunto de la sociedad asuma grandes avances en esta materia. Se ha conseguido que los ciudadanos hayan pasado a ser protagonistas de la gestión sostenible del agua interiorizando su ahorro como parte de sus hábitos de vida.

En cuanto a la función ejemplarizante de las Administraciones públicas para una gestión sostenible del agua el panorama es bien distinto. No solo por lo comentado anteriormente, sobre su escasa previsión en la capacidad del abastecimiento o en las cuantiosas pérdidas en la red de distribución, sino porque para constatar su ineficacia basta con observar la deficiente calidad de las aguas de nuestros ríos y embalses, afectados principalmente tanto por la contaminación provocada por el sector agropecuario como por la que se deriva de los poco eficientes sistemas de depuración de los núcleos urbanos.

Sin embargo, quizás porque estamos acostumbrados a que al abrir el grifo siempre salga agua o porque las infraestructuras de abastecimiento no gozan de una notoria visibilidad, dado que suelen estar en lugares poco frecuentados (captaciones y depósitos) o enterradas bajo tierra (tuberías), la ciudadanía no acostumbra a valorarlas en su justa medida, a mi entender actuando muy erróneamente. El servicio de abastecimiento de agua no forma parte de los criterios habituales de decisión de los ciudadanos para elegir a sus gobernantes, motivo por el que los grupos políticos no lo consideran prioritario, ya que valoran que tiene escasa rentabilidad política.

Pero ojo, esta actitud indiferente de la ciudadanía cambia radicalmente si el grifo deja de echar agua, lo hace de forma racionada o sale en un estado poco saludable. Piensen que lo que está pasando en Ribadavia y en otras poblaciones de Galicia, sus vecinos nunca pensaron que podría suceder.


Curriculum de Pablo Álvarez Guillén:

Pablo Álvarez Guillén é Enxeñeiro Agrónomo, pola Universidade  Politécnica de Madrid, na Especialidade de Economía Agraria. Consultor  medioambiental especialista en ecoloxía aplicada e en servizos  ecosistémicos.

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